viernes, 8 de mayo de 2009

adolecencia y castidad

Adolescencia y castidad

"Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal."

Es de vital importancia en la educación sexual de los hijos tratar el tema del noviazgo y de las manifestaciones de cariño. ¿Será conveniente que los adolescentes tengan relaciones sexuales? ¿Por qué es mejor esperar hasta el matrimonio? Frente a esta cuestión, nuestra propuesta es la castidad. Esto parecerá hoy desactualizado, de otra época, pasado de moda. Pero las consecuencias negativas de la precocidad sexual, en lo físico, psicológico y espiritual, son tan evidentes, que aquello no importa. Si bien la maduración física permite a los adolescentes generar la vida, la maduración psicológica y afectiva no se alcanza sino al final de la adolescencia. Desde la primera menstruación la púber puede quedarse embarazada y tener un hijo, ya que los órganos sexuales han comenzado a funcionar, pero ella no está preparada psicológica y afectivamente para cuidar y hacerse cargo de su hijo. Ser padres implica deberes para los cuales los adolescentes no están preparados. Por otro lado, un embarazo precoz altera el normal desarrollo durante la adolescencia: escuela, estudios, diversiones, etc., afectando los proyectos futuros de vida.

Los jóvenes deben saber y llegar a entender y asumir que las relaciones sexuales exigen de las personas la madurez y el compromiso propio de la vida adulta, donde el individuo es plenamente libre para actuar y responsabilizarse de las consecuencias de sus actos. En la vida no conviene quemar etapas. Los jóvenes deben entender porque no es bueno apurar las cosas para su edad, y deben tomar la decisión de no tener relaciones sexuales. Deben conocer que "vivir la vida loca" no los hará más felices, todo lo contrario. El verdadero amor sabe esperar. "Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal." (Catecismo, 2350) Insisto en que estos principios requieren ser explicados convenientemente, para que sean razonados y entendidos, comprendiendo que es y como se vive la sexualidad, del mismo modo que se comprende que está mal sacarle un ojo al vecino, o que la esclavitud es mala. No porque lo digan los adultos, o la Iglesia, sino porque es la verdad. Es esencial entender que la moral sexual requiere ser entendida y razonada con argumentos intelectuales, valorando y distinguiendo el bien del mal.

La adolescencia es un tiempo de preparación para la vida adulta; el adolescente puede parecer externamente todo un hombrecito, y la niña toda una mujer, sin embargo, todavía su personalidad es inmadura, no saben bien lo que quieren, y sobre todo, aún no saben amar de verdad. Las relaciones sexuales son propias de la vida matrimonial adulta porque conllevan una gran responsabilidad: la capacidad de amar de verdad y de entregarse en cuerpo y alma a otra persona, y la procreación de un ser humano que tiene derecho a ser protegido y amado por ambos progenitores. El amor sexual es signo y expresión de la entrega total e irreversible entre varón y mujer que se han comprometido a responsabilizarse por el fruto de ese amor, el hijo. Todo esto es imposible durante la adolescencia. Por ello debe sostenerse la continencia durante la adolescencia o castidad; es el único comportamiento que los padres deben recomendar con buena conciencia, pues da al adolescente las mejores garantías para una vida feliz más tarde. "Los jóvenes deben ser instruidos adecuada y oportunamente sobre la dignidad, tareas y ejercicio del amor conyugal, sobre todo en el seno de la misma familia, para que, educados en el cultivo de la castidad, puedan pasar, a la edad conveniente, de un noviazgo vivido honestamente, al matrimonio" (Catecismo, 1632)

En el noviazgo, la abstinencia sexual hace que los novios no se centren en el placer y posean más objetividad y libertad para estimar si ese noviazgo le conviene o no. En cambio, las relaciones sexuales crean lazos que condicionan la libertad, y los novios se sienten atados por los compromisos que suponen el haberse "entregado" sexualmente, en particular, la mujer.

Aunque la castidad hasta el matrimonio no esté de moda hoy, hay que insistir en que es posible y que el noviazgo vivido en continencia, en el respeto mutuo y en el dominio de sí, es un noviazgo limpio, santo y feliz. No subestimemos la capacidad de nuestros jóvenes de vivir con pureza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario